Historia del coliseo
En 29 a. C. el cónsul romano Estatilio Tauro construyó un anfiteatro en el Campo de Marte, el primero de gran tamaño de la ciudad, con todas las instalaciones necesarias. Este edificio quedó destruido en el Gran incendio de Roma del año 64, surgiendo la necesidad de un nuevo anfiteatro para la urbe romana.
Las obras del Coliseo empezaron bajo el mandato del emperador Vespasiano, entre 70 y 72 d. C. El emplazamiento elegido era un llano entre las colinas de Celio, Esquilino y Palatino, a través del cual fluía una corriente canalizada. El emplazamiento donde se construyó el anfiteatro había sido devastado años atrás por el Gran Incendio de Roma en 64 d. C., y aprovechando esta circunstancia, Nerón se apropió de gran parte del terreno para edificar su residencia: la grandiosa Domus Aurea. En ella ordenó construir una laguna artificial, la Stagnum Neronis, rodeada de jardines y pórticos. El ya existente acueducto de Aqua Claudia se amplió para que llegara hasta esa zona, y la gigantesca estatua de bronce conocida como el Coloso de Nerón se colocó al lado de la entrada de la Domus Aurea. De esta estatua recibe el anfiteatro el nombre de coliseo.7
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